El mosquito tigre (Aedes albopictus) es un díptero nematócero alóctono (incluido en el Catálogo Español de Especies exóticas Invasoras, aprobado por Real Decreto 630/2013, de 2 de agosto.) originario del sudeste asiático, fácil de identificar por su tórax y abdomen de color negro con manchas blancas y patas a bandas negras y blancas. Aunque los machos se alimentan de néctar, las hembras necesitan sangre de mamíferos o aves para desarrollar los huevos que después depositarán en el agua pero, al contrario que otros mosquitos locales, Aedes albopictus pica principalmente de día, lo que representa una molestia continua allá donde está presente además de un posible problema sanitario ya que en algunos lugares actúa como vector de enfermedades (dengue, fiebre amarilla, artritis epidémica chikunguña o virus del Nilo Occidental).
fotografía: James Gathany
Este mosquito prefiere pequeñas y efímeras acumulaciones de agua para reproducirse y de hecho es muy probable que llegara hasta aquí en forma de huevos, larvas o pupas a consecuencia del transporte de neumáticos o plantas como los «bambús de la suerte». De poco sirve tratar ríos y grandes masas de agua ya que no es en estos lugares donde se reproduce masivamente. Es mucho más fácil encontrar mosquitos tigre en urbanizaciones de chalets en montes áridos de la costa mediterránea que en plena Albufera de Valencia y esto se debe a que es precisamente en nuestras casas donde mayor número de lugares aptos para reproducirse encuentra esta plaga y no en ríos, lagos o estanques (mucho menos si estas masas de agua contienen depredadores naturales). Reaccionemos.
Más del 90% de los espacios donde Aedes albopictus puede reproducirse son de propiedad privada, exigir «fumigaciones aéreas» y otras barbaridades como secar zonas húmedas es inútil, caro y absolutamente insostenible. Los mosquitos tigre han llegado para quedarse y mientras siga la actual tendencia climática de aumento de las temperaturas medias, que no tiene pinta de cambiar, seguirá expandiéndose por más lugares en nuestra geografía del mismo modo que también irán llegando nuevas especies de mosquitos tropicales a los que, hasta ahora, no les gustaba nuestro clima. Esta es una de las muchas consecuencias del cambio climático.
Los Aedes albopictus no se desplazan demasiado por sí mismos, si te pican varios de muy lejos no vienen, lo más probable es que provengan de tu propio jardín, del solar de enfrente o de la terraza del vecino. Emplean cualquier pequeño recipiente con agua y todos tenemos un poco de culpa, sin pretenderlo somos criadores de mosquitos en grandes cantidades: el platito de las macetas que se encharca durante semanas, el capazo que se nos quedó por el huerto y con la lluvia se llenó un par de dedos, el bebedero que no se limpia con la frecuencia que se debería, el bidón abierto en el patio que está en obras, etc. Debemos evitar todas estas situaciones, pero de poco servirá si nuestros vecinos no reaccionan del mismo modo, es por esto que una buena campaña informativa que ayude identificar los focos de reproducción es probablemente la mejor arma para luchar contra estos molestos insectos (sin despreciar otras acciones complementarias que también puedan llevarse a cabo, como la introducción de enemigos naturales autóctonos en charcas y fuentes, la protección de hirundínidos y quirópteros en nuestras ciudades y ecosistemas, tratamientos sostenibles en puntos concretos llevados a cabo por personal cualificado, la TIE (Técnica del Insecto Estéril), etc.)
Los aviones, golondrinas, vencejos y murciélagos son aliados en la lucha contra los mosquitos y otras plagas.
¿Dónde cría el mosquito tigre?
1. Cuencos y platos en macetas con agua:
Basta con rellenar con arena de río el hueco inundable o simplemente retirar el plato. Si se secan las plantas se pueden cambiar por plantas mediterráneas o xerófitas que aguantarán más y además se ahorra agua. Otra opción es dejar de emplear tierras formadas a base de turbas y fibra de coco que apenas retienen el agua y aumentar en la mezcla las arcillas y otros sustratos más hidrófilos.
2. Utensilios hortícolas o de albañilería al aire libre. (capazos, cubos, carretillas, regaderas, pastadoras…)
Hay que dejarlos boca abajo para que no almacenen agua en caso de lluvia.
3. Bebederos de fauna o mascotas.
Deberán vaciarse y limpiarse (por ejemplo con vinagre) una vez a la semana, eliminado de este modo restos de puestas o cualquier larva que haya podido nacer antes de que terminen el ciclo y emerjan como adultos.
4 Depósitos.
Deben sellarse con tapas herméticas o ser cubiertos con tela mosquitera que impida la entrada de adultos para desovar.
5. Canalones.
Deben mantenerse limpios y no acumular nada de agua por no tener suficiente pendiente o algún otro fallo.
6. Aljibes.
Los aljibes cerrados suelen tener un hueco abierto para su desborde que pueden aprovechar los mosquitos para meterse, se puede solucionar con una malla mosquitera. Las trampillas de acceso no deben tener holgura, se pueden sellar en épocas cálidas empleando un poco de cinta adhesiva en las juntas, fácil de retirar en caso de necesitar abrir para comprobar nivel o limpiar. Lo mismo con fosas sépticas.
7. Ruedas, latas, bolsas de plástico, lonas, plásticos de invernadero, etc.
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Mucha de la basura que encontramos en solares, barrancos, bordes de carretera o campos suponen superficies impermeables sobre las que se pueden crear acumulaciones de agua estancada después de lluvias (además de afear mucho el paisaje). En la mayoría de ayuntamientos existe servicio de recogida de trastos y restos de este tipo, y/o centros especializados en recogida de todo tipo de materiales o «eco-parques», es cuestión de civismo.
8. Piscinas
Normalmente se cloran durante las épocas cálidas, impidiendo que las larvas de los mosquitos puedan desarrollarse.
9. Arquetas, imbornales, etc…
Drenar, tratar o renovar el agua una vez a la semana
10. Balsas de riego, fuentes, estanques.
Hay balsas y estanques tan naturalizados que cuentan con suficiente diversidad de depredadores como para que los mosquitos no sean demasiado problema, principalmente notonectas (nadador de espaldas), ninfas de libélula y coleópteros acuáticos. Las ranas prefieren presas mayores, pero las jóvenes ranitas recién metamorfoseadas pasan las noches devorando hembras de mosquito y efímeras que se acercan a la superficie del agua para desovar, por lo que también reducen la población de A. albopictus.
En algunas zonas de La Ribera (Valencia) era relativamente común que algunos dueños de campos echaran «samarucs»(Valencia hispanica) a las balsas de riego para evitar los mosquitos, pero en todos los casos que he conocido desde la infancia esos «samarucs» eran en realidad gambusias o «peces mosquitero» (Gambusia affinis), una especie invasora estadounidense ampliamente distribuida en nuestras zonas húmedas desde que se liberó en los años 20, cuando el paludismo todavía era una enfermedad endémica. Quizá antes de esa época sí que se pudieran ver samarucs o más probablemente fartets (Aphanius iberus) en las balsas de riego liberados por los propios agricultores para evitar la malaria que transmitían los mosquitos.
El caso es que en una balsa con gambusias no se desarrollan mosquitos, ni uno, es impresionante lo duros y voraces que pueden llegar a ser estos pececillos ovovivíparos, pero reproducir y liberar especies invasoras o exóticas es ilegal y con mucho sentido ya que pueden generar graves problemas desequilibrando nuestros ecosistemas en caso de fuga, es mucho mejor buscar alternativas autóctonas. El problema es que debido a la contaminación, competencia con las gambusias, destrucción o degradación de hábitats y otras causas los samarucs y fartets, nuestros devoradores de mosquitos autóctonos más adaptables a pequeñas masas de agua, se encuentran en peligro de extinción y están protegidos, de modo que es completamente ilegal su captura. Quizá ha llegado el momento de plantearse la creación de más centros de cría en cautividad de fartets (Aphanius iberus), tanto para su reintroducción en ecosistemas donde ya estuvo como para la lucha contra el mosquito tigre en fuentes, estanques urbanos y balsas que no se vacíen para regar. Esto serviría además como reservorio de la especie.
Pongámoselo difícil al mosquito tigre.
La Granja de Bitxos. Agosto 2017